martes, 13 de octubre de 2009

Después de aquella noche.

  Se hizo la mañana al fin. Me di cuenta ya tarde porque la luz me dio en toda la cara y no me podía levantar de la cama. Me sentía fatal, un dolor horrible por todas partes, sobre todo en esa zona, podía notar que la sangre se estaba secando. Y la cara hinchando, me la tocaba y dolía horrores.
 Levanté la cabeza y los vi ya vestidos discutir con mi tío sobre algo que mi aturdimiento no me dejó escuchar. Me entraron ganas de lanzarles a los tres un par de dardos a la cabeza, los muy...
¡Y pensar que había sufrido algo tan horrible de manos de quienes menos me lo esperaba!¡Que injusta es la vida!
 -¿Y que le decimos?
-¿Pues qué otra cosa le vais a decir? Otra vez de vuelta, otra excusa no hay.
-¿Pero cómo quieres qué...?
-Ssssh, se ha despertado-mi tío se dio cuenta y me señaló.
 Los tres se giraron hacia mí. Casi me dio pena la sombría expresión que traían sus ojos. Como si les hubiese ocurrido una tragedia.
 -Voy a llamar a Joanna para que te haga el desayuno-suspiró mi tío, haciendo acto de salir.
-No voy a desayunar.
-No seas tonta, necesitas comer algo y descansar.
-¿Ahora vais a estar dándome más órdenes?
-Y muchas más, hasta que te quedes harta-me espetó Julian.
-Tú te callas.
-Más quisieras-se acercó a mi y me susurró al oído, mientras intentaba apartarlo:
-¿crees que a estas alturas vale la pena?
 Le miré con tantísimo odio que al final se apartó. Dick se acercó a mí y me tocó la mejilla.
-¡Ah!
 Éste no se apartó.
 Me levantó de la cama y me puso la bata blanca. Sentí una punzada de dolor al tocar el suelo. Dick pasó mi brazo por su hombro y se fue andando conmigo al baño.
 Se puso a curarme la mejilla, me puso hielo, alcohol,  y maquillaje para disimularlo.
 Me dejé hacer, preparada para todo.
-¿Por qué, Dick ,por qué me habéis hecho esto?-susurré con tristeza.
 Él no dijo nada, suspiró y me terminó de curar, con el mayor cuidado. Luego pasó un brazo por mi hombro y se encaminó conmigo hacia el salón.
 No había ambienta más lúgrube aquella mañana que el del salón. El ambiente estaba cargado de tristeza, dolor, y te entraban ganas de llorar con sólo  verlo.
 Mi tío ya estaba sentado en la mesa del desayuno, mirando al vacío. Mi tía parecía hecha polvo, con el alma perdida y con señales de haber llorado.El desayuno ya estaba servido.
 Yo seguía enfadada, pero no me atrevía a decirles nada. Áquí pasaba algo(algo más de lo que había pasado anoche)
   Dick me condujo hacia la mesa, y me sentó a su lado. Julian se puso al otro.
La cocinera nos sirvió la comida y se fue. Shirley apareció y se sentó en mi regazo.
-Shirley, tú nunca...-la abracé y sentí como las lágrimas comenzaban  asomarse. Había jurado que no lloraría...
 Mi tía me miró y sus labios temblaron. Se echó a llorar también.
 Mi tío corrió a abrazarla y yo me aferré más a Shirley, sin tocar el desayuno.
 Julian y Dick me miraron consternados, y sin embargo no hicieron nada. De alguna forma lo entendían. Me pregunté de qué forma...
 Era difícil de saber...
Me levanté de la mesa dispuesta a irme. Pero Julian me lo impidió, agarrándime bruscamente de la muñeca.
-¡Aparta!-le pegué un buen manotazo e intenté salir corriendo. Nada, que no era posible.
-¡Julian!
 Me miró y negó con la cabeza.
-Tú no te vas a ninguna parte.
 Me volvió a sentar. Mejor no volver a intentarlo. Ay, Julian...